Estamos anclados ya en el verano,
ese tiempo en que siempre es temprano.
Dorando el campo
los días más largos
de horas resecas
que tamizan la luz
hasta el gran letargo.
Y nos elevan al cielo
las esmeradas miradas
para buscar huellas en la luna
de cuarenta años atrás.
Para buscar en el recuerdo
tantos veranos
pasados a orillas del mar,
a orillas del mar de la tranquilidad.
Para buscar en el recuerdo
tantos veranos
jugando a ser astronautas
o artificieros de la Nasa.
Para buscar en el recuerdo
imágenes en blanco y negro
de aquel gran paso humano
y voces entrecortadas con eco eterno...
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