paisaje blanco, silente.
Cuatro abetos con vida,
y cuando anochece,
una estrella aparece
para ver una luz sin nombre,
un color sin bautizar,
un momento especial
que anuncia Navidad.
El paisaje anochece,
y abajo, en la ciudad
remonta la noche
por las laderas de los suburbios,
por las plazas de los selectos barrios,
por las calles de trazado cuadrangular
mientras las luces relucen
y en las casas reina el aroma,
humo y fuego que quema,
llama de vela,
cocina en plena faena:
cena de Nochebuena.
4 comentarios:
¡Casi puede olerse el guiso navideño!
Te recomiendo el blog de mi amigo Carlos Blanco Sánchez, excelente poeta: http://chachiycalacala.blogspot.com
Un beso.
Sole.
gracias Soledad! Conozco el blog de Carlos; vale la pena.
Isabel
Amiga Isabel: que este nuevo año venga cargado de todo lo mejor, multiplicado por 2010 yesté repleto de colores, palabras, cuentos, versos y mucho más.
Un beso desde Salamanca.
Y de Soledad Sánchez Mulas, no te digo nada, pues escribe como los ángeles. Es una delicia y como persona más.
Carlos,
Muchas gracias.
Para tí y también para Soledad, mis mejores deseos.
Isabel
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